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Sí, sí, ándale, di que la tengo “chiquita”, chiquitas revolcadas las que te daba (o nos dábamos), ¡ajá! Di que en una ocasión no se me paró ¡de milagro no se te paró a ti el corazón! Después puedes inventar que soy puñal, que uso trusas baratas, que me vengo en chinga. Sucede que eres algo así como una ardilla genérica, es decir, gacha y no original. Sabes que no me falta, que siempre puedo y que te mandé mucho a la gaver por celosa y promiscua para acabarla de chingar. Si fueras ardilla autentica, tú estarías escribiendo esto y no yo…