febrero 22, 2011

Me trataste como P%#@!




Los hombres son unos patanes que una vez que ya han conseguido su objetivo, pierden interés total con la víctima en cuestión, y no suelen ni hacer una llamada casual al menos para simplemente decir hola, dicho de otra maneras, una vez que se cogen a la vieja, no son quienes siquiera para dar las gracias.
Por ello fue muy peculiar esa ocasión en que se dieron los aun más peculiares hechos. Vamos desde el principio: Primero, desde que te conocí sabía que habían muchos güeyes que derraman litro de saliva por ti, pues además de bonita, tenías el perfecto cuerpo delgado, con esas hermosas caderas y unas piernas que parecieran las hubiesen moldeado a petición tuya, con los más altos estándares de calidad artesanal y escultórica. A eso hay que sumarle que tenías esa sonrisa y mirada picara y sexy que tanto me encantaba, que hacía una diestra armonía con tu vocecita tierna y cándida. Segundo, estabas soltera y yo soltero, a los dos nos gustaba la fiesta, antrear y beber, éramos de alguna manera, una buena pareja, o en mi pendejo entender eso llegué a pensar. Lo cagado y fatídico fue aquella noche fría en que salíamos de un bar, y al tiempo que me abrazabas nos regalábamos una segunda tanda de apasionados besos pues el primer fajesote no los dimos dentro del bar mismo, pedí un taxi para que nos llevara a mi casa y fue cuando supe que ese arroz ya se había cocido, y que iba a pasar lo que finalmente sucedió.
El pedo fue al otro día temprano que te despertaste antes que yo, yo entre bostezos te vi y vi una sonrisa dibujada en tu rostro del cual salieron la siguiente frase: ¡Nos vemos! Y fue todo. ¿Qué pedo? Nada de estuvo lindo, llámame después, que se repita –aunque a esas alturas ya hubiese sido demasiada pretensión de mi parte, ¡un beso, carajo! Aunque fuera como los que me daba mi abuelita en la frente… nada. Está de más decir que a partir de ese día ya no te volví a ver ni a salir contigo.
FIN
Bueno, la moraleja de este cuento, o una simple conclusión es: O de plano cojo demasiado mal que le maté todo el entusiasmo a la más mínima gratitud de su parte, o puede ser que el karma hizo efecto en mi a salud de todas esas féminas que son desdeñadas por aquellos patanes que no saben ni dar las gracias, o que una vez que se han venido se les olvida como darlas. Ahí supe que es lo que sentían aquellas chicas que ya no quería yo frecuentar y les daba el cortón, o de plano me desaparecía del planeta. Ahora sé lo que siente una puta, sólo faltó que me echara una moneda de 10 varos en la jeta, pues me sentí de ese precio.
Bueno, nel, voy a ser honesto y a manera de epilogo voy a decir que esa tipa se casó, la llenaron de chamacos y su esposo le mete sus putazos de vez en cuando. Yo sigo pensando que si no quieres algo más, para que fingir cariño si no te nace. Sí sentí medio gacho esa vez pero de ahí no pasó, porque soy hombre y estoy hecho a la naturaleza de lo basura que podemos ser en ocasiones ¡lero, lero!