enero 22, 2010

Del ciberamor y otras ridículas historias


¿Y cómo es él?
¿En que lugar se enamoró de ti?
¿De dónde es?
¿A qué dedica el tiempo libre?
Pregúntale, ¿por qué ha robado un trozo de mi vida?
Es un ladrón que me ha robado todo.



Luego de que el trágico destino nos separara con millas de distancia, porque decidiste regresarte a Europa, sin mí –claro–, sigues estando presente. Durante años fuimos ciberpareja, algo estúpido, lo sé. Vivíamos de un futuro que sólo existía en nuestras mentes y creábamos paisajes jamás soñados para nuestros pic nics virtuales. Un buen día desapareciste de la red... Obvio, ya tenías a una chica real con quien compartir tus historias. Salí de tu vida con un clic, sin palabras tristes ni despedidas dramáticas.

Yo también conocí a alguien y olvidé tus mails. Hasta que volviste a aparecer en mi msn, nos saludamos como viejos amigos que se reencuentran en una cafetería. Nos agregamos al facebook, y nos pusimos al tanto. Las charlas fueron esporádicas, pero estaba claro que eso no quedaría así... lo sabíamos. Y, como siempre, llegó el momento de arruinar la magia... Sí, tenías que contarme que te mudaste a vivir con ella, con la pelirroja "natural", con la mujer ambiciosa que no tiene mucho en común contigo, porque, eso sí, nosotros teníamos un gran vínculo, los mismos gustos e intereses, teníamos algo "especial", pero lo nuestro "ya fue" y ahora –admites– eres muy feliz. Cometí el error de preguntarte por ella, y respondiste siempre con monosílabos, que se sintieron como puñales clavados en las piernas.

Mis preguntas parecían canción de José Luis Perales... Así que cambié el tema y te propuse ser el personaje de uno de mis cuentos, aceptaste encantado y la charla se tornó menos compleja, casi amena, hasta que te dije que algún día esperaba verte de nuevo y tú, para rematar con una llave dolorosa de la mejor lucha libre, me aseguraste que pronto nos volveremos a ver... Nomás falta que también me invites a tu boda...

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